Bienvenida

«El que me ha visto a Mí ha visto al Padre»

(Jn 14,9)

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Desde la época paleocristiana se hace referencia, tanto en las tradiciones tanto orales como escritas, a un paño con el rostro de Jesucristo. Lienzo de Camulia, Mandylion, Acheiropoíetos, Verónica o Volto Santo… toda una variedad de nombres con cierto carácter misterioso acompañan al Sudario por su largo camino desde Jerusalén hasta Manoppello, un lugar recóndito de los Abruzos italianos, pasando por Edesa, Constantinopla y Roma.

El Santo Sudario de Oviedo, la Santa Cofia de Cahors, la Sábana Santa de Turín, los lienzos de Kornelimünster: con el entierro de Cristo se relaciona un considerable número de reliquias textiles pues, en su Evangelio, San Juan menciona varios lienzos.

La religiosa trapista Blandina Paschalis Schlömer pudo probar –mediante la técnica de la superposición– que las imágenes que se encuentran en el Sudario de Manoppello y la Sábana Santa de Turín son de la misma persona. Más tarde, aplicó esta técnica al Lienzo de Oviedo y obtuvo el mismo resultado.

El Sudario de Manoppello es de biso (o byssus) –también denominado filamento del molusco noble–, por lo que parece cambiar dependiendo de la incidencia de la luz.

Las reliquias como la Sábana Santa de Turín y el Sudario de Manoppello, pero también la imagen de la Virgen de Guadalupe o la imagen milagrosa de Absam se denominan Acheiropoíetos («no realizadas por la mano del hombre»).