Ficción y realidad –

El rapto de la Verónica

Un marco veneciano dañado; cristal roto: En la cámara del tesoro de la basílica de San Pedro puede verse hoy en día el marco en que, entre dos planchas de cristal, se conservó la Verónica hasta el siglo XVII. Sus medidas lo demuestran: se trata de un marco hecho a la medida para el sudario de Manoppello, y no para la reliquia oscura y opaca que se venera en el Vaticano como Verónica y que solo unos pocos elegidos pueden ver de cerca. Esta es una de las razones por las que hoy en día se duda de que la auténtica Verónica realmente se encuentre en el Vaticano.

La Edad Moderna, marcada por la Reforma y la Contrarreforma con sus profundas repercusiones sociales, conmocionada por guerras de fe y de religión, ofrece el contexto histórico de la pérdida de la Verónica:

El 18 de abril de 1506 se puso la primera piedra para la Basílica de San Pedro. Hoy en día se encuentra bajo el pilar de la Verónica, en cuyo tesoro debía conservarse segura la preciosa reliquia. La construcción de San Pedro se financió en parte con el tráfico de las indulgencias, lo que llevó a las tesis de Lutero y a la Reforma. Según la «Relatione histórica», un relato histórico de Donato da Bomba, en el año en que se puso la primera piedra, el doctor Giacomo Antonio Leonelli adquirió en Manoppello la Santa Faz, «Il Volto Santo», de un peregrino.

En 1527, soldados mercenarios y lansquenetes saquearon Roma en el «Sacco di Roma»; como consecuencia de este, diversos testigos de la época deploran la pérdida de la Verónica. Sin embargo, la Verónica se expuso hasta comienzos del siglo XVII en varias ocasiones: en 1533, 1550, 1575, 1580 y 1600.

En 1606 se llevó el arca con la reliquia de la Verónica a la nueva Basílica de San Pedro de Roma; en 1608 se derribó el antiguo oratorio en que se conservaba anteriormente. En una copia de la «Relatione histórica» que se conserva en L´Aquila se encuentra una anotación en otro manuscrito; según esta, ese mismo año, el marido de Marzia Leonelli sustrajo la santa imagen de la casa de su suegro.

El «Opusculum de Sacrosanto Veronicae Sudario» –Un opúsculo sobre el sacrosanto Sudario de Verónica–, un inventario de los tesoros del antiguo San Pedro, obra de Jacopo Grimaldi del año 1618 (la fecha se adelantó posiblemente más tarde en 2-3 años), muestra en su portada la Santa Faz con los ojos abiertos. En una copia literal de 1635 se reproduce un rostro con los ojos cerrados, lo que hace referencia a que su modelo fue la Sábana Santa de Turín. Desde 1616, copiar la Verónica estaba reservado a los canónigos de San Pedro, que representaban la faz con los ojos cerrados. En 1628 se llevó a cabo una extraña «llamada de devolución» de las copias realizadas anteriormente, que fueron destruidas.

En 1618 ó 1620 –en este punto se diferencian las dos versiones de la «Relatione histórica» de L´Aquila y Manoppello– adquirió el Sudario Donato Antonio de Fabritiis. Europa se encontraba en los inicios de la Guerra de los Treinta Años, en la que los principados italianos y la Santa Sede se vieron envueltos desde un principio, aunque la historiografía lo ha olvidado casi por completo. En 1620, tras dos años de construcción, fue fundado el convento de los capuchinos en Manoppello.

Según la «Relatione histórica», De Fabritiis donó el Sudario a los capuchinos en 1638. El relato histórico se terminó en 1645; al año siguiente fue leído públicamente, junto con el acta de donación, y el Sudario fue expuesto por primera vez.

Sigue siendo incierto el momento y las circunstancias en las que la Verónica se extravió en Roma y llegó a Manoppello. Sin duda, el Vaticano –para que no descendiera el número de peregrinos– no tenía interés en hacer pública la pérdida. En la «Relatione histórica» se indicó una fecha anterior para la llegada del Volto Santo a Manoppello probablemente para protegerlo de la destrucción o de que se exigiera su devolución. Posiblemente, lo llevaron a este lugar los capuchinos, que podían cruzar el país en su condición de frailes mendicantes sin que les atacaran los sitiadores de caminos.

El convento de Manoppello se construyó ostensiblemente para conservar el Sudario que, según la«Relatione histórica», en ese momento todavía no estaba en posesión de los capuchinos. El retablo del convento de Penne, antiguamente de las mismas dimensiones, y que se ha conservado en su estado original, estaba coronado por una cruz, mientras que en el de Manoppello, que actualmente se encuentra en el tesoro del convento, se alzaba el Resucitado. La antigua Capilla de la Verónica está clausurada porque el espacio se precisaba para albergue de los peregrinos. Hoy en día, solo una vidriera oscura, por la que no puede entrar la luz en la iglesia, hace referencia a un espacio hueco.

Al parecer, el Sudario fue enclaustrado en una columna que separa el coro del presbiterio. Resulta interesante que, hoy en día, en ese mismo lugar se encuentra un cuadro que representa la entrega del Volto Santo a los capuchinos. En 1686 se llevó a un tabernáculo con tres cerrojos: solo se podía abrir cuando estaban presentes, con su llave respectiva, el alcalde, el párroco de Manoppello y el guardián de la orden capuchina. Si el derecho de los capuchinos hubiera sido inapelable –como hacen suponer la «Relatione histórica» y el acta de donación– no habría sido necesario enclaustrar el Sudario y los capuchinos habrían tenido el derecho exclusivo de acceso a él.

En 1714, el Volto Santo fue enmarcado. Se hizo para él un altar en la antigua capilla de la Virgen, con una puerta de hierro, que podía alzarse y bajarse. En 1718, el Papa Clemente XI concedió a los que peregrinaban al Volto Santo indulgencia de siete años, sin que se reivindicaran derechos de posesión por parte del Vaticano. Solo en 1923 encontró el Volto Santo su lugar actual sobre el altar mayor.

Marco vacío de la Verónica con plancha rota de cristal de roca, en el Tesoro de San Pedro
Roma, bandera de la Guardia Suiza de 1512